Fóllame Porque aún queda tiempo para la desesperación Mientras la muerte de este mundo suena como campanas Y las hostilidades se esparcen con paso de Andábata. Mientras los rayos de sol empiezan a ser menos lentos Y el éter un ventisquero hermano menor Narcotizando Nuestros pulmones que han vuelto Uno solo El aire y por tanto La vida que nos damos.
José Antonio Luer: Fóllame (Antes de que los perros ladren)
Alguna vez me dijeron que no se debería hablar de follar Así como lo estoy haciendo Que se folla en silencio y con las puertas cerradas Que follar es sinónimo de privacidad Que los vecinos no pueden escuchar Y que debe quedar todo limpio Nadie sabe muy bien por qué Pero así lo hacen la mayoría de los humanos Colocan en las cabezas signos pesados como el mármol.
Yo vengo a ofrecerte algo menos prudente que el silencio El silencio algunas veces es un tulipán Y otras Una navaja Yo vengo a ofrecerte un tulipán que no es silencio Y que se parece a nuestros gemidos descontrolados y mis desmayos Porque hallamos follando Algo parecido al amor A la libertad Al caos que invoca lo que somos Aunque solo fuese este efímero momento.
Fóllame amortajando el silencio Y rompamos todas las ventanas.
Antes de seguir follándome quedémonos en silencio y esperemos que nadie grite afuera mientras llovemos gimiendo. Que nadie pida auxilio sin ser escuchado. Nadie puede morir mientras estemos follando. Quiero decir, nadie puede salir lastimado sin que no nos demos cuenta Ni siquiera nosotros.
José Antonio Luer: Fóllame (Antes de que los perros ladren)
Mientras los perros no hayan encontrado mi corazón convulsionado latiendo en el pavimento afuera de la oficina de correos mientras los perros no estén ladrando porque así llaman a la muerte puedes pensar que estoy contigo abrazándote sacando de mi esternón bandadas coleccionando lápidas de nuestras bocanadas de espuma como si fuésemos lo imposible o lo último que queda en la volátil ondeada de una ceniza que deshace camino a la alborada.
¿Por qué seguir cambiando? Me gustan las guirnaldas que pones en la ventana cuando no te miras y caminas desnudo coleccionando el aire. Me gustas cuando te vuelves verde y usas de espejo tus ojos lozanos. Cuando te averdazas después de la lluvia. Caminas por la casa verde como un niño primaveral, verdeando las cosas. Yo pongo la oreja en la curvatura del techo. Este techo verde. Creo que estoy enamorado de este techo verde que muere todos los días. Eres un campo lleno de soledades que son como el algodón.
Sé que tú alma es el dolor y eso no me ayuda La acompaño hasta cierto punto Por ejemplo Solamente hasta el camino que la noche teje al Alba.
Fóllame como el sol se folla los campos de maíz.
Puedo mirar en la arquitectura del edificio colonial las atormentadas miradas de las niñas que desvisten sus muñecas para reconocerse en el plástico porque no hay a dónde mirar la desnudes.
Colonia o este minucioso cultivo del pudor
Yo. Sobre un resto de noche que no sabe donde alojar su vestido. Y no sé qué pensar de lo bello. Porque acostumbré a lo bello a quererse con lo triste. Como una madre acostumbra a dos hermanos a darse la mano. La nostalgia es un bajel de mimbre que reposa en los densos caminos de la sangre.
La mano mutilada de un hombre cuelga de una rama. Mutilado-Enramado-LA MANO. Como un arete de tumba deshojada LA MANO. Honorable brazo de válvulas que quedó varado en la calle 18. Y entonces reconozco de donde viene el pudor. De donde vienen los ojos desdeñados. El miedo instantáneo. El sucedáneo de risas. La bocanada nerviosa. La garganta entrometida en el vacío.
Es la sensación de no tener parentesco con el mundo. De observarse fuera-afuera. Y entonces las personas son como los andenes Atraviesan las ciudades y el adentro no está ventado. Esperan encontrarse en algún sitio Sin saber que pertenecen al medio.
Tengo la memoria en negativo. Un pez se embalsama en la tinta. Un espejo parece el pez Alrededor de mi beso jorobado Que declina en esa mejilla seca Que aún descascara el norte de Chile.
José Antonio Luer: La memoria en negativo
La escalera tendida en mi levitar de ese beso retrata toda una vida difuminada en un pañuelo de niebla. En ese tiempo Chile era solo Chile y a mi no me importaba tanto. Podía conformarme con las canciones de la Violeta Parra. Era feliz con un café en polvo y un pan tostado en la mañana.
El olor a tabaco todavía me recuerda a Tomás y su chasquilla despeinada. Tomás era Polaco. Y yo de polaco solo tenía mi poesía revolucionaria. Aún no lo recuerdo todo, Porque todo de seguro no sea nada.
Una mano escurridiza se ajena a mi espalda quemada, Se sedimenta la mano. Tengo una foto de mi espalda de niño también en negativo. Esa espalda era como la luz que emana una puerta abierta. Dando paso a un jardín secreto.
Hoy las puertas están cerradas. El beso de miguel pende de un anzuelo. El incendio en las calles con tanta pólvora en palabras que vienen de hombres muertos, irreconocibles de vida. Los recuerdos en negativo me salen de las uñas. Los recuerdos en negativo…